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Siric estaba satisfecho. Habfa conseguido casi todo cuanto habfa ido a buscar. Romperfa la barrera permitiendo al resto de su ejTrcito n=rdico, y alguna que otra sorpresa mßs, entrar en el reino de Sharm. Ademßs tenfa atada a la bellfsima hechicera que lo derrot= a±os atrßs. Derrotada e indefensa. Un dfa redondo. Todavfa podfa mejorar mßs.
Se desnud= rßpidamente ante la atenta mirada de Emilie. Siric no resultaba un hombre imponente ffsicamente, pero tampoco se conservaba mal. Habrfa pasado por un cuarent=n normal y corriente. Su pene ya estaba completamente erecto cuando comenz= a caminar hacia la hechicera.
Emilie patale= para mantenerlo lejos. Siric se vio obligado a detener el avance si querfa evitar una nueva patada en sus partes.
-T· no aprendes.
Con esas palabras alzo la mano una vez mßs conjurando otro peque±o rayo. La electricidad recorri= nuevamente el cuerpo de Emilie. Apenas fueron un par de segundos. Sin embargo las sacudidas la dejaron indefensa. No fue capaz de reponerse antes de que Siric agarrase la pierna izquierda por la rodilla, la obligase a levantarla dejando asf a la vista una vagina prieta, de labios rosados. La joven volvi= en si demasiado tarde. Apoyada en el suelo con una sola pierna, con los brazos atados al techo, estaba indefensa.
-íNo!
Grit= una ·ltima vez antes de ser penetrada por el hechicero. Sinti= el miembro invasor entrando de forma brusca y dolorosa. Fue como si la desgarrase por dentro. Siric comenz= a moverse de inmediato. La tom= cual animal lujurioso. Embestfa una vez tras otra con tanta velocidad como era capaz de conseguir. Los pechos de Emilie rebotaban de arriba abajo. De hecho, la propia Emilie subfa y bajaba, llegando a dejar de tocar el suelo con el pie de apoyo en algunos momentos. El hechicero segufa sujetando una pierna con el brazo derecho. Con la izquierda agarr= el pez=n que tenfa mßs a mano. No sobresalfa pues la joven no estaba nada excitada ni hacfa frfo suficiente. A·n asf Tl lo agarr= con fuerza y retorci= arrancando nuevos gritos de dolor.
La joven lloraba mientras gritaba "para" o "fuera". Intent= tirar con fuerza de ambos brazos hacia abajo. TambiTn dio varios tirones con la pierna apresada para intentar soltarse. Cuando fracas=, inclin= la cabeza atrßs. Qued= mirando al techo con sus ojos azules cubiertos de lßgrimas que se deslizaban a travTs de las mejillas arruinando un poco el maquillaje. No podfa creerlo, la estaban violando. A ella, capaz de dominar los vientos de magia con un par de palabras o pases de manos. A ella, quien tenfa control sobre los elementos, sobre la luz y la oscuridad. A ella, la lfder de una de las mßs importantes =rdenes de hechicerfa del mundo. La estaban violando sin que pudiese hacer nada para evitarlo. Tenfa que aguantar allf mientras la penetraban salvajemente, mientras la mano de Siric descendfa hacia el gl·teo para conseguir empujarla hacia sf mismo mientras Tl segufa metiendo su miembro viril en la delicada vagina de ella. Dolfa mucho. Ver la cara de placer y satisfacci=n de su violador tan solo lo hacfa a·n peor.
Siric aceleraba cada vez mßs. Emilie deseaba que acabase de una vez. No sabfa si llevaban segundos u horas, pero no lo soportaba mßs.
El hechicero agarr= a su vfctima por la mandfbula. La oblig= a mirarle a los ojos. Querfa disfrutar de la humillaci=n en la mirada de su vfctima. No le defraud=. Bast= con contemplarla unos segundos para acabar eyaculando en el interior. Empuj= la cabeza de Emilie hacia atrßs mientras Tl retrocedfa un par de pasos. Busc= una silla donde sentarse mientras recuperaba el aliento.
Pasaron unos minutos en silencio. Emilie sollozaba mirando al suelo. Siric portaba una sonrisa de oreja a oreja.
-Tu co±o es mucho mejor que el de tu madre.
Emilie intent= escupir, pero no llegaba tan lejos.
-Creo que es el mejor que me he follado nunca. Imagino que para ti no ha sido tan divertido, pero eso lo hace a·n mejor. Lo malo es que a·n nos queda demasiado tiempo hasta tu ejecuci=n. Serß mejor encontrar algo que hacer hasta entonces.
Con la violaci=n, Emilie casi habfa olvidado que iban a ejecutarla. Nuevas lßgrimas escaparon de sus ojos. Apenas escuch= los pasos de Siric o la puerta abrirse. Tampoco fue consciente del tiempo que pas= sola allf. Probablemente unos minutos que se le hicieron una eternidad. Entonces, de pronto, escuch= gritos de mujer al otro lado de la puerta. Pasos, alguien forcejeando. La puerta se abri=. Erin, su hermana peque±a, cay= al suelo de frente. Tras ella entraron dos n=rdicos y Siric.
-íErin! - grit= Emilie. -íErin!
Erin mir= para ver a su hermana desnuda y maltratada. Ella se encontraba mejor hasta el momento. Tras la batalla la habfan retenido junto a las otras hechiceras. Las habfan retenido en cfrculos vigilados por varios de esos hombretones. De vez en cuando alguno de ellos llegaba, elegfa a una de las mujeres, le arrancaba la ropa y la violaba mientras las demßs gritaban y suplicaban que parase. Momentßneamente lo olvid=. Se levant= rßpidamente para correr hasta su hermana mayor.
-íEmilie! - Se abraz= a ella. -í+QuT te han hecho?!
-Me la he follado - respondi= Siric. - Y ha sido magnffico.
Erin se gir= hacia el hechicero. Siendo joven e impulsiva no se lo pens= dos veces. Corri= hacia Tl.
-íNo!, íErin no!
La joven desoy= los gritos de Emilie. Apenas recorri= dos metros. Los n=rdicos la agarraron, uno por cada brazo, y le golpearon las corvas para hacerla quedar de rodillas en el suelo. Siric se acerc= hasta ella.
-Desn·date.
Erin le mir= incrTdula, sin moverse.
-íDejadla en paz bastardos! - Grit= Emilie mientras trataba de soltarse una vez mßs
Entonces Erin neg= con la cabeza e intent= levantarse. Siric sonri=. Hizo un gesto con la cabeza a sus dos secuaces. Uno de ellos se puso a la espalda de la muchacha. La agarr= por las axilas obligßndola a levantarse. Erin forcejeaba sin mucho tiento hasta que el otro hombret=n le dio un pu±etazo en el est=mago. Ya no era el primero que recibfa, pero segufa sin acostumbrarse al dolor. Estuvo a punto de desmayarse. No fue capaz de inclinarse hacia delante tal como su instinto le pedfa porque segufan sujetßndola, obligßndola a mantenerse en pie. El castigo no par= allf. Llegaron tres pu±etazos mßs en pleno est=mago. Con el ·ltimo Erin acab= escupiendo sangre. La soltaron y ella volvi= a caer de rodillas al suelo. Durante todo ese tiempo Emilie no habfa dejado de gritar.
-Desn·date.
Siric repiti= la orden con firmeza. Erin alz= la vista. Mir= a los dos n=rdicos aterrada. Podfa ser impulsiva, pero el dolor, la amenaza de volver a sentirlo, era demasiado para ella. Aunque no dio ning·n espectßculo a sus captores, obedeci= la orden. Empez= por el cintur=n, luego los zapatos y finalmente el vestido. No se quit= la ropa interior ni las medias. Siric hizo un nuevo gesto a sus hombres. Cuando el primero empez= a moverse Erin grit=.
-íNo! , íNo! , íNo! , íNo! , íNo! , íNo!
Rßpidamente continu= con las medias, tropezando al quitßrselas. Prosigui= poco a poco hasta quedar completamente desnuda. Lloraba mientras cubrfa ambos senos con una mano y la vagina con la otra. Sus pechos eran mßs peque±os que los de Emilie, sin embargo eran muy bonitos, firmes, redondeados, con pezones de color caramelo y areolas un poco mßs grandes de lo que cabrfa esperar. Apenas tenfa algo de vello p·bico en el monte de Venus.
-Eso estß mejor. Ahora ve con tu hermana. Lo ha pasado mal. Necesita que la consuelen.
Erin, con la mirada clavada en el suelo, dio la vuelta y camin= poco a poco hasta Emilie. Intent= hacer caso omiso a los silbidos que emitieron sus captores al ver sus posaderas.
-Ahora dale un beso.
Erin se inclin= un poco hacia delante y bes= la mejilla de su hermana. Los tres hombres se echaron a refr.
-Uno de verdad. En los labios.
Erin se dio la vuelta negando con la cabeza. Emilie volvi= a gritar.
-íDejadla en paz!
Siric alz= ambos brazos lanzando un rayo a cada una. El de Erin apenas fue un instante, suficiente para hacerla caer al suelo gritando de dolor. El de Emilie dur= mßs rato, haciendo a la joven que gritase mientras su hermana miraba horrorizada.
-íNo!, íPara!, harT lo que quieras.
Siric no par= a·n.
-Si vuelves a desobedecer una de mis =rdenes, lanzarT rayos a tu hermana hasta que se le queme el cabello y se le derritan los ojos. +Entiendes?
Erin asinti= desesperada.
-Pues no vuelvas a ponerme a prueba.
Detuvo el rayo. Erin se levant=. Emilie negaba con la cabeza.
-No les hagas caso - dijo entre susurros. - dTjales que me hagan lo que quieran. No importa, Erin. No importa.
Erin volvi= a negar con la cabeza. Con cierto esfuerzo y muy despacio, acerc= los labios a los de su hermana. Primero solo los roz=. Luego comenz= a besarlos tfmidamente. Era el primer beso de su vida, y se lo estaba dando a su propia hermana. Ninguna de las dos disfrut= lo mßs mfnimo con aquello.
-Ahora pega tus pezones a los suyos. RestriTgalos de arriba abajo.
Erin se sonroj= mientras mir= atrßs suplicante. Siric hizo el amago de levantar la mano de nuevo. Fue suficiente para Erin. Agarr= sus senos por debajo, uno con cada mano, y comenz= a restregarlos con los de Emilie. La hermana mayor apart= la vista. Ninguna de las dos se atrevi= a mirar la cara de la otra. Ambas sentfan los senos apretarse contra los de su propia hermana, los pezones restregarse unos contra otros. Ni rastro de placer. Los dos n=rdicos ya habfan empezado a tocarse sus partes a travTs de los pantalones.
-Erin, +Te llamas asf, verdad? - dijo Siric sonando casi paternal. - Antes he hecho da±o a tu hermana en el co±ito. TambiTn la he dejado manchada de semen. Creo que deberfas limpiarla un poco.
Erin mir= furtivamente la vagina de su hermana. Luego mir= para otro lado mientras llevaba la mano izquierda a los labios exteriores para intentar limpiarla como pudiese.
-No Erin - replic= Siric. - Sin usar las manos.
Erin le mir= con los preciosos ojos verdes cubiertos de lßgrimas y las mejillas completamente sonrojadas.
-+Y c=mo voy a hacerlo?
Siric sonri=.
-Con la lengua.
Emilie neg= con la cabeza. La idea le asqueaba. Sabfa que a Erin tambiTn.
-No lo hagas Erin.
-Te harßn da±o - respondi= la hermana menor. - Yoà lo siento.
Sin hablar mßs se agach= quedando de cuclillas. Comenz= a lamer los muslos. Jamßs habfa estado con un hombre. El sabor del semen le era desconocido hasta aquel instante. Desde luego no le gust=. A·n asf no se atrevi= a desobedecer. Lami=, conteniendo las arcadas, y confiando en que aquello bastase al hechicero. No fue asf.
-Ya tiene los muslos limpios. Ahora el co±o.
Con cierta reticencia fue acercando la lengua a los labios exteriores de Emilie. Lamio suavemente, con cuidado. No sabfa lo que estaba haciendo. Por su parte, Emilie no disfrutaba. Sf, sentfa alg·n que otro atisbo de placer cuando Erin acertaba, fortuitamente, en los puntos correctos. Sin embargo la humillaci=n, el asco al saber que se trataba de su propia hermanaà y nunca le habfan atrafdo las mujeres. Era una experiencia de lo mßs desagradable.
Erin tampoco lo estaba pasando mejor. Cuanto estaba haciendo la avergonzaba. Se odiaba a sf misma. Ella estaba suelta, a diferencia de Emilie. Tampoco podfa hacer magia, pero se preguntaba si no debfa al menos intentar resistirse. En lugar de eso sigui= hasta que Siric la orden= parar.
El hechicero neg= con la cabeza.
-Que decepci=n. No has llegado a hacer que se corra.
Hizo una se±a a los dos hombretones. Estos se acercaron a Erin agarrßndola de nuevo por las axilas. La cogieron por sorpresa, asf que forceje=. Emilie volvi= a gritar.
-íSoltadla!
Entre los dos la llevaron hasta una mesa cercana. Le apoyaron el torso contra la mesa, boca abajo, dejando las piernas colgando, con el culo al aire. Sus pechos se aplastaban contra la madera. Ademßs, cuando intentaba moverse resultaba doloroso por la propia textura de la mesa.
-Si hubieses puesto de tu parte, tal vez no tendrfas que ver esto.
Siric se puso detrßs. Ya tenfa una nueva erecci=n. +C=mo no tenerla con el espectßculo que acababa de ver? Con sus dos hombres sujetßndola con fuerza no le cost= mucho penetrarla desde atrßs. Erin chill= con muchfsima fuerza. Sinti= un miembro invasor entrando en sus partes mßs fntimas. El pene encontr= resistencia cuando lleg= al himen de la joven. El hechicero la agarr= con ambas manos por las caderas. Tom= impulso. Tir= de Erin hacia sf mismo mientras empujaba con todas sus fuerzas. Acab= con la virginidad de Erin de la forma mßs dolorosa que pudo. La chica volvi= a chillar a la vez que lloraba.
-íDuele! - consigui= decir. -íPara!
Siric solt= la cadera por un lado para agarrar la melena de su vfctima. Tiro hacia atrßs con fuerza. Erin sinti= como si le estuviesen intentando arrancar la cabeza. Un dolor peque±o en comparaci=n con la agonfa que la violaci=n le estaba haciendo pasar. Sin embargo el hechicero tenfa otro motivo para levantarle la cabeza. De ese modo Emilie podfa ver el rostro de su hermana. Podfa ver sus lßgrimas, sus gestos de dolor y desesperaci=n.
-íDTjala! - gritaba mientras tampoco paraba de llorar. - Por todos los dioses, ídTjala!, íErin!
Erin escuch= a su hermana. Abri= los ojos para verla a·n atada en el mismo punto.
-íEmilie!, íDuele!. íDuele mucho!
Emilie poco podfa hacer por su hermana. Maldecfa, gritaba, y miraba. Vefa como cada embestida la hacfa clavarse la mesa contra los muslos. Vefa como cada penetraci=n la hacfa retorcerse de dolor. Su hermosfsimo rostro cambiaba de mueca de agonfa a mueca de agonfa. La muchacha ni siquiera debfa haber visto un hombre desnudo antes. En aquel momento la estaban violando salvajemente.
Siric fue aumentando el ritmo. Estaba en la gloria. Disfrutaba no solo del sexo forzado. TambiTn disfrutaba de las reacciones entre las dos hermanas. La peque±a esperaba que la mayor pudiese ayudarla. La mayor no dejaba de pedir que parasen. Ambas estaban pasando por un calvario. +l no aguantarfa mucho mßs. Volvi= a agarrar las caderas con ambas manos. Continu= bombeando hasta comenzar a correrse. Al acabar retrocedi= trastabillando.
-Ha sido magnffico. Incluso mejor que t·, Emilie. - Ninguna de las dos respondi=. - He tenido una idea magnffica.
Contemplaba a Erin. Todavfa sangraba. La sangre manchaba el interior de los muslos mientras el semen tambiTn goteaba un poco. Debfa haberle dolido una barbaridad. Sin embargo Siric habfa disfrutado a·n mßs al violar a una joven virgen. El hechicero conjur=. Nada complicado, un conjuro de sanaci=n. Apoy= la mano en la vagina de Erin que, obviamente, intent= apartarse. El conjuro funcion= de todos modos.
-+No estßs contenta?. Acabo de sanar tus heridas. Te he devuelto la virginidad. - Dio la vuelta para quedar frente al rostro de la chica. Se asegur= de mirarla a los ojos. - Cada vez que te folle voy a devolverte la virginidad, asf me asegurarT que siempre te duela igual que hoy, que siempre sufras igual que hoy. +No es genial?