BDSM Library - El Ring de la muerte II

El Ring de la muerte II

Provided By: BDSM Library
www.bdsmlibrary.com



Synopsis: April se enfrenta al rival de su vida en un combate clandestino

April caminaba hacia la jaula hexagonal mientras escuchaba silbidos lascivos a su alrededor. Estaba acostumbrada a dos cosas antes de un combate. Que la vitoreasen o silbasen por su aspecto era una de ellas. La otra, que le preguntasen si de verdad era mayor de edad. Lo cierto es que cuando empezó a luchar no lo era, mintió cuando le preguntaron. En el ring de un tugurio de los bajos fondos, ¿Quién iba a comprobarlo? De aquello hacía un par de años.  En ese momento ya habría podido comenzar a luchar incluso profesionalmente. No era su intención. Solo quería sacarse algo de dinero para poder pagar la universidad y un pequeño cuchitril en la periferia.


Las miradas lujuriosas estaban más que merecidas. April se alejaba mucho del estereotipo implantado por modelos o actrices. No era alta. Le faltaban un par de centímetros para el metro sesenta. Tampoco era voluptuosa. Usaba una ochenta de pecho,  aunque su pequeño tamaño no los hacía menos apetecibles, pues resultaban firmes y redondeados en la medida de lo posible. El trasero abultaba más sin llegar a desentonar en el resto de su figura. Se trataba de una mujer esbelta, atlética, con la piel bronceada por el sol.


Donde realmente destacaba era, sin lugar a dudas, en su angelical rostro. A pesar de combatir en tugurios casi todos los fines de semana, tenía cara de niña buena. La cabeza era de forma ovalada, con las mejillas un poco regordetas, quizás porque casi siempre estaba sonriendo. Había cierta distancia entre las cejas, arqueadas y finas, y el cuero cabelludo. Sus ojos, con forma de almendra y grandes, eran de color marrón muy oscuro. Los labios resultaban quizás poco carnosos, sobretodo el superior, sin que eso les restase un solo ápice de encanto. Los maquillaba de rosa sin pasarse demasiado con la intensidad del color. Era prácticamente todo el maquillaje que usaba. Los organizadores de este evento le habían pedido que fuese arreglada y guapa, pero ella no necesitaba mucho.


Llevaba el pelo recogido en dos coletas, una a cada lado del rostro. De ese modo podía llevar el pelo largo sin que le molestase la cara. De hecho las coletas le llegaban casi hasta mitad del torso ya que las dejaba caer por delante. Contribuían un poco más a darle aspecto de adolescente, casi infantil.


Vestía con una camiseta negra sin mangas, muy ceñida, que cubría solo hasta un poco por encima del ombligo, dejando al aire casi todo el abdomen. Utilizaba muñequeras también negras y había pintado las uñas del mismo color. En la parte baja llevaba unos shorts que tan solo descendían unos centímetros a lo largo de los muslos. Calzaba zapatillas deportivas blancas, pero ya se las estaba quitando a la puerta del ring. Tal vez resultase un atuendo extraño para luchar. Nadie se quejaba.




Cuando April había empezado a luchar en el circuito clandestino, sus rivales se reían al verla. Parecía la típica niñata que había pasado un par de meses en el gimnasio y ya creía que podía jugar con las mayores. Lo cierto es que había entrenado desde niña. Nunca se había propuesto llegar lejos, pero le encantaban los deportes de contacto. Pronto había destacado entre sus compañeras. Había ganado un par de campeonatos amateur. Pensó que lo dejaría de lado en cuanto comenzó la universidad. Por desgracia no le habían concedido ninguna beca que le permitiese pagar completamente los estudios. Venía de familia humilde, sus padres tampoco podían darle más dinero. Había buscado varios empleos, a veces incluso dos o tres a la vez, para poder seguir adelante. Entonces, mientras trabajaba de camarera en un bar de moteros, escuchó que organizaban un combate donde el premio equivalía a dos meses de trabajo. Ganó con relativa facilidad a una oponente de casi dos metros. Vídeos y rumores corrieron como la pólvora. Pronto la querían en cada pequeño evento. Almacenes, Mansiones… Mientras tanto ella se dedicaba a estudiar, pagar facturas, y entrenar.


Escuchó los rumores del "gran evento". Así es como lo llamaban en el mundillo. Algunos peces gordos organizaban un combate al que solo asistían los más adinerados. Por eso solo escogían a los mejores luchadores. Muchas veces se trataba incluso de algún profesional recientemente retirado o temporalmente suspendido. No se esperaba una invitación para participar.


Se había reunido con un tipo que se hacía llamar Smiley. Pensaba que le ofrecerían un combate normal, pero fueron mucho más lejos. Le ofrecían la oportunidad de enfrentarse a Oni. Oni era una leyenda. Se sabía que había sido campeón absoluto hasta que le expulsaron por causar daños permanentes a sus rivales. Después se había convertido en el rey absoluto de los combates ilegales. No se sabía de nadie que le hubiese vencido. A veces hacía cuatro o cinco combates en una misma noche. Eso le ofrecían a ella, el quinto combate de la noche para Oni. También le ofrecían pelear contra otra mujer, pero el dinero por el combate contra Oni era un millón. Un millón por una sola pelea que ni siquiera necesitaba ganar. Además, algo en su interior le decía que intentase derrotar al demonio oriental.


Unas horas antes del combate, cuando los luchadores se estaban preparando, la habían llevado a ver su futuro oponente. Ya estaba vestido con los pantalones blancos, deshilachados, de un quimono de karate, y con una máscara de porcelana con la nariz muy prolongada. Él solo entendía japonés. Ella no hablaba ni siquiera un poco del idioma nipón. El preparador de Oni había ejercito de intérprete.


-No quiere luchar contigo - le había dicho - dice que no le interesan las niñas


April no se había enfadado, casi se lo esperaba.


-Dile que no soy una niña. Yo no voy a refrenarme porque él sea viejo.


Oní había asentido al escuchar la traducción. Por primera vez la miró. April se había sentido desnuda en aquel momento. Los ojos del luchador se habían llenado de lujuria.


-Dice que te puedes ir ahora. Si te quedas te tratará como a una adulta.


April tan solo había sonreído y había vuelto al vestuario.




Ya estaban frente a frente. Oni estaba sudado. No podía verse ninguna otra muestra de cansancio. Un rápido vistazo al carísimo videomarcador mostraba cuatro victorias, ninguna derrota. Un dato demoledor no iba a detener a April. Seguían dándole un millón por seguir adelante. Además, creía estar preparada para ofrecer algo distinto. Si podía, iba a intentar ganar. No subía a un ring buscando la derrota.


El oriental se puso en guardia con el puño izquierdo a la altura del hombro, enseñando el antebrazo. El derecho atrás, justo debajo de las costillas. La pierna zurda ligeramente adelantada, quedando en un punto intermedio entre estar de medio lado y de frente. Era grande para ser oriental, más fibroso que musculoso, sin duda en buena forma.




Sonó la campana. Al principio ninguno de los dos se movió. Oni estaba acostumbrado a recibir un ataque de inmediato. Sus oponentes seguían cometiendo el error de querer acabar rápido con él. April era distinta. Estaba plantada en pie frente a él con los brazos un poco adelantados. Ni siquiera hacía el amago de moverse. Los segundos pasaban lentamente. Se escuchó algún abucheo entre el público. Los dos parecían dispuestos a quedarse allí lanzando miradas asesinas. Oni se cansó antes.


April vio al rival abalanzarse hacia ella. Primero una patada circular a la cabeza. La joven apenas tuvo tiempo para agacharse. Lo esperaba muchísimo más lento. El oriental al fallar dio un tirón con la cadera para seguir girando, y lanzó un revés con la mano contraria. April siguió el movimiento. Agarró con el brazo derecho el antebrazo de Oni y golpeó con la izquierda en la axila. Segundos después lo tenía agarrado por el brazo. Intentó avanzar hacia delante para hacerlo caer. Oni se impulsó con ambas piernas para rodar hacia delante, escapando de la torsión de brazo. Cayó de espaldas en el suelo. En esa postura lanzó una patada frontal que impactó a April en el hombro. La muchacha soltó, dolorida, y dio un par de pasos hacia atrás mientras sacudía el brazo para evitar que se durmiese.


Oni se levantó de inmediato. Había visto como pensaba luchar su oponente. Eso le dejaba sin más opción que atacar, porque ella no iba a moverse. Se acercó lanzando dos puñetazos rápidos, izquierda derecha. April esquivó el primero moviéndose a un lado. Se agachó y avanzó súbitamente para pasar por debajo del segundo. Saltó rodeando con sus brazos el cuello de Oni. El antebrazo izquierdo presionó contra la tráquea dejando que el derecho cerrase el candado. Ella quedó colgada de la espalda, con sus piernas rodeando la cadera del oriental.


-Lo tengo


Se dijo. Solo necesitaba mantenerlo así. O se rendía o perdía el conocimiento. De ambas formas ganaba ella. Apenas podía creerlo.


Oni no perdió la calma. Eran pocas las llaves que no hubiese visto ya. Levantó ambos brazos. No servía de nada intentar romper el candado alrededor del cuello, tan solo perdería aire más rápido. Con todas sus fuerzas llevó el codo derecho atrás. Golpeó en las costillas flotantes a April, rompiendo una de ellas. La muchacha tuvo la disciplina para seguir agarrando, aunque el brutal golpe la echó a un lado. Oni agarró con ambas manos la cabeza de ella, ahora visible por un lado, y tiró para hacer pasar el cuerpo por encima del hombro. En esa ocasión fue April quien quedó de espaldas en el suelo. Duró poco porque tuvo que apartarse de un puñetazo contra la nariz. Se levantó quedando de nuevo de frente a su oponente.




April agarró el costado. Jamás le habían golpeado con semejante fuerza o precisión. La voz de la razón le habría pedido que se rindiese. Ella era joven, algo alocada. Veía la victoria posible. Sus dos llaves habían funcionado. Oni se soltaba, pero era vulnerable.


Esperó un nuevo ataque. Vio al oriental corriendo de frente. Se preparó para una embestida. En lugar de eso Oni entró en la distancia más corta posible. Lanzó un codazo ascendente, como si fuese un gancho contra la barbilla, pero golpeando con el codo. April no esperaba ese tipo de golpes. Le impactó haciéndola inclinar la cabeza atrás. Oni giro sobre sí mismo para dar un codazo lateral esta vez en el esternón. April salió despedida atrás. Chocó con la espalda contra la reja. Rebotó adelante solo para que Oni la agarrase de los hombros y comenzase a dar patadas contra el estómago. Cuando se retiró Oni, April cayó de rodillas al suelo. Se había quedado sin respiración. Apenas veía entre lágrimas. Intentó levantarse, pero Oni le dio una patada en la sien tumbándola de lado en el suelo. Cuando la tenía allí no paró. Le dio unas pocas patadas más en los costados y, con el pie, la obligó a quedar tumbada de espaldas. Estaba un tanto decepcionado. El principio del combate había resultado prometedor. Al final la muchacha había resultado una combatiente de segunda. Sí, le había puesto en apuros, pero no había sabido qué hacer después. En realidad nadie había podido derrotarle, hombre o mujer. Sin embargo creía que con unos años más de práctica habría sido una rival aceptable. Por otro lado también le esperaban los beneficios de la victoria. En ese sentido dudaba mucho ir a acabar decepcionado.




April estaba aturdida. No se dio cuenta cuando Oni desabrochó los shorts para bajarlos, ni cuando le arrancó las braguitas blancas de un tirón. Las pantallas enfocaron la vagina con unos pocos pelos negros rizados, permitiendo a cada espectador verla. No podían esperar a que el espectáculo comenzase.


La chica volvió en sí cuando Oni se había quitado los pantalones. Lo primero en lo que pudo fijarse fue el miembro erecto, de considerable tamaño, de quien acababa de apalearla. Tardó unos segundos más en detectar que ya no tenía nada de ropa por debajo de la cadera. Iba a violarla.


-¡No!


Gritó mientras intentaba incorporarse. Le dolía todo demasiado. Pataleó como pudo, pero Oni se situó entre ambas piernas. Ella intentó lanzar un puñetazo que el violador desvió con desdén. En respuesta él lanzó otro par de puñetazos a ambos lados costados. Luego le puso la mano izquierda en el cuello y apretó hasta dejarla sin aire. Asustada, April intentó apartar la mano. Al fallar intentó llegar al rostro del hombretón. Los brazos de él eran más largos y cuando llegaba algún arañazo se estrellaba contra la máscara. Comenzó a entrar en pánico. Sentir la penetración no la ayudo mucho. Apretó el antebrazo solo para calmar el dolor. Desde fuera resultó toda una sorpresa ver algunos hilillos de sangre escurriéndose entre los muslos. Nadie esperaba que fuese virgen. Simplemente era demasiado guapa para eso. Una chica joven, universitaria, independiente, deportista. ¿Cómo imaginar que jamás había tenido pareja?


Mientras el oriental comenzaba a meter y sacar su miembro, entre el público se escuchaba todo tipo de comentarios. ¿Era lesbiana?, ¿era de verdad tan joven? No acertaban ni los unos ni los otros. Jamás había encontrado una pareja. Se había esforzado demasiado en todos los frentes como para tener tiempo.


Oni, concentrado en la violación, aflojó un poco la presión del cuello. Quería dejarla respirar por ahora. También quería disfrutar de la sensación de su miembro entrando y saliendo de la vagina ensangrentada de su última rival.


April inclinó la cabeza a un lado para no mirar a su agresor. Si hubiese podido desaparecer en aquel momento, lo habría hecho. Al girar el rostro pudo observar al público. Había tanto hombres como mujeres. Muchos de ellos, y de ellas, ya metían las manos bajo los pantalones o las faldas. Todos la miraban extasiados. De pronto se sintió aún más desprotegida. Oni la seguía agarrando por el cuello, pero lo peor era sentirlo dentro de su cuerpo. Tan solo la sangre le daba algo de lubricación. No sabía si sentía más miedo, dolor, o asco. Con las vías respiratorias un poco más liberadas, podía emitir pequeños gruñidos. Volvió a mirar al exterior. ¿Por qué nadie detenía a ese animal?, ¿por qué nadie la ayudaba? Allí solo veía pervertidos masturbándose mientras ella sufría.




Oni se obligó a parar. Requirió de muchísima disciplina. Aunque estaba disfrutando como nadie, tenía ciertas responsabilidades. A fin de cuentas, era un negocio. La postura elegida estaba dotada de ciertas ventajas. Podía mirar a los ojos de April cargados con sufrimiento y odio. Podía verla abrir la boca intentando gritar. Podía disfrutar de sus fútiles intentos de escapar. También tenía desventajas. El público solo veía parte de cuanto ocurría. El gran trabajo de los diversos cámaras alrededor del ring ayudaba. Era insuficiente.


April contempló a su violador apartándose. Sentirle salir de la vagina fue desagradable, pero se sintió mejor, solo un poco, cuando ya no lo tuvo dentro. El cerebro le decía que intentase aprovechar el momento. Le dolía todo el cuerpo, apenas podía moverse gracias a algunas costillas rotas. Aún así podía intentar algún golpe bajo. Algo. El dolor impidió cualquier plan. Tan solo fue capaz de mover las manos lastimeramente hasta cubrir la maltrecha vagina con ellas. Cerró los ojos entre lágrimas. El descanso iba a durar poco.


Oni se arrodilló junto a ella. Puso las manos bajo el hombro derecho y la cadera. Levantó con fuerza para ladearla.


April reaccionó saliendo de su estupor. Fue más reflejo e ira que algo bien pensado. Lanzó un revés contra el rostro de Oni. Al tratarse de un golpe ciego no consiguió darle en la cabeza. En su lugar acertó contra el lateral del cuello.


Oni la soltó de inmediato. Vio venir el segundo revés. Al final resultó que también sabía golpear. Una sorpresa demasiado tardía. Esperó el segundo revés. Primero lo bloqueó por el antebrazo, luego agarró la muñeca retorciéndola, tirando hacia sí mismo. Golpeó con el otro brazo, con la palma abierta, justo al lado del codo. Rompió la articulación arrancando desgarradores gritos de dolor de April que casi se desmayó en el acto.


La joven se retorció de dolor. Pataleaba en un vano intento de sentir algún alivio sin ningún éxito. Agarró el brazo maltrecho con la mano izquierda intentando evitar que siguiese sacudiéndose.


El oriental la hizo sentarse en el suelo. April estaba demasiado ocupada sosteniendo el brazo para resistirse. Oni agarró la camisa y comenzó a dar tirones hasta desgarrarla. La chica quedó con el torso totalmente desnudo. Sus pechos eran pequeños, no usaba sujetador, por tanto estaba prácticamente desnuda. Podían verse dos pezones casi rojizos, de areola pequeña. Lo cierto es que a pesar de ser poco voluptuosa, sus tetas eran bonitas. Intentó cubrirla con ambos brazos, plegándolos contra el torso sin dejar de sostener el que estaba roto. Al final no aguantó más. Rompió a llorar desconsoladamente.


-¡Ayuda! - gritó desesperada. -¡¿Por qué no me ayuda nadie?!


Miró alrededor. Nadie mostró simpatía. Algunos rieron, otros se mostraron más excitados aún. Intentó ponerse en pie. Al intentar levantarse todo el torso le dolió dejándola sin fuerzas. Cayó de rodillas al ring. Con el brazo roto apretando contra el pecho, llevó el otro al suelo para intentar gatear hacia la puerta.


Oni se situó tras ella una vez más. La agarró por las caderas. Requirió de unos largos instantes de forcejeo antes de conseguir penetrarla de nuevo. Comenzó a montarla como si fuese una perra.


April ahora podía gritar, y gritaba. Hacía muecas de dolor en respuesta a cada pequeño movimiento del oriental. Se agitaba de adelante atrás. Costaba mantenerse sin caer con una sola mano.


Oni comenzó a sujetar las caderas solo con la izquierda. Utilizó la derecha para agarrar ambas coletas. Tiró con fuerza obligándola a levantar el torso. De este modo quedó semi incorporada, ofreciendo una vista muchísimo mejor de sus encantos. Además, la joven ya no llegaba al suelo con el brazo izquierdo. En su lugar intentó utilizarlo para agarrar la mano del oriental, por detrás de su cabeza, y sostenerse con ella en lugar del pelo.




El público enloqueció ante la nueva vista. Es verdad que ella trataba de cubrirse un poco con el brazo roto, pero de poco servía ya que apenas podía moverlo. Ambos pezones eran visibles como lo era el balanceo de los dos pechos. En los empujones más fuertes, cuando Oni casi la levantaba del suelo, podía verse la vagina penetrada por el monstruo agresor. Aún goteaba sangre que comenzaba a escurrirse entre los muslos. Ya no buscaba ayuda con la mirada. Preferiría haber tenido los ojos cerrados, pero por algún motivo los tenía abiertos mientras seguía llorando. Entre gemidos y gruñidos aún pedía que  Oni parase. Este se detuvo solo cuando acabo corriéndose en ella. Aprovechó hasta el último empujón para vaciarlo todo dentro. Entonces la soltó.


April se dejó caer hacia delante. Lo lamentó cuando golpeó el suelo con el brazo herido por delante. Quedó en el suelo, boca abajo, sin querer moverse al principio. Al final estiró el brazo bueno en dirección a la puerta. Ya ni siquiera intentó gatear de nuevo. Se arrastró menos de dos pasos de distancia.


Oni volvió a darle la vuelta dejándola boca arriba. Se sentó sobre el estómago de la muchacha dejando una pierna a cada lado. April se quedó quita observando aterrorizada a aquel hombre. No quiso moverse mientras él le acariciaba cariñosamente las mejillas ni cuando le apartó el pelo de la cara. Ella quiso hablar entre susurros.


-Por favor


Oni llevó el dedo índice a los labios de la muchacha instándola a guardar silencio. La respiración de ella era cada vez más agitada.


-Por favor - repitió. - Por favor


Oni levantó la mano derecha y la bajó con fuerza contra la cara. April la bloqueó como pudo con la única mano disponible. Oni la agarró con la izquierda. Cruzó el brazo sano sobre el herido y continuó apretando para inmovilizarlos. Los gritos de dolor de April se interrumpieron con el siguiente golpe. En esta ocasión si que golpeó la sien. Después en una rápida serie golpeó el ojo izquierdo, la nariz consiguiendo rompiéndola, y la mandíbula desencajándola. La joven ya no podía cerrar la boca. Los golpes no volvieron a parar, aunque cambiaron de objetivo continuamente. April gritaba al principio. No dejaba de agitar las piernas. Al principio intentaba librarse o incluso dar alguna patada. Al final eran espasmos descontrolados producidos por el dolor. Pronto comenzó a formarse un pequeño charco de orina.


Cuando acabó, Oni se levantó satisfecho. April seguía viva. Tenía cortes en la cara, moratones. Parecía un pecado contra la naturaleza haber destruido algo tan hermoso. Los peores daños estaban en el interior claro. Además, el cuello también se había llevado parte del castigo. Era la tráquea rota, colapsada, la culpable de su futura muerta. No podía respirar y se estaba asfixiando. Apenas pudo moverse en esos últimos instantes. Tan solo esperó allí, aturdida y aterrorizada, hasta el final. Por suerte para ella, tardó poco en llegar.



Review This Story || Email Author: sman2000



MORE BDSM STORIES @ SEX STORIES POST